Mis aplausos particulares

Uno de los fenómenos más destacados durante los momentos más duros del confinamiento ha sido ese gran aplauso colectivo que a las ocho de la tarde de cada día se dispensaba al personal sanitario de nuestro país. Una ovación popular más que merecida para una inmensa mayoría de trabajadores y trabajadoras que, en condiciones extremadamente difíciles, han estado en primera línea de la batalla contra la pandemia. No diré nada que no se haya dicho ya sobre este ingente esfuerzo, tan solo me gustaría añadir que el agradecimiento debe ir acompañado a partir de ahora de más y mejores recursos para la asistencia sanitaria.

Además del personal sanitario, muchas personas han extendido su aplauso a otros colectivos que también han estado al pie del cañón de manera presencial durante los momentos más duros de estas últimas semanas. Dado que sería muy largo enumerarlos a todos, y a riesgo de dejarme a muchos de ellos, simplemente diré algo similar a lo comentado para el personal sanitario, es decir, que los gestos de empatía hacia estos colectivos tengan como consecuencia una sustancial mejora de sus condiciones de vida y de trabajo.

Incluso ha habido gente que se ha acordado de algunas profesiones que han prestado un importante servicio público, aunque a distancia, durante el estado de alarma. Es lo que hacía el escritor Isaac Rosa con el profesorado, gesto que es digno de agradecer para aquellos que trabajamos de docentes. Claro que en su artículo, cuya lectura recomiendo, plantea otras cuestiones interesantes, en la línea de lo que algunas personas hemos intentado expresar últimamente. Ahora nos espera un difícil inicio de curso en septiembre, y la educación es otra de las pruebas de fuego que va a tener el gobierno de España y de las Comunidades Autónomas para demostrar que los gestos de agradecimiento se convierten en realidades, y no sólo para el profesorado, sino sobre todo para el alumnado, que ha vivido este tercer trimestre en condiciones más que delicadas.

A todos estos colectivos me gustaría añadir un aplauso particular a uno que tal vez vaya a extrañar un poco. Me refiero a las personas que se dedican a la política, sobre todo a aquellas que han realizado o facilitado las tareas de gestión durante la pandemia. Por supuesto, no a todas ellas, ya que algunas han aprovechado la contingencia para enquistarse en críticas destructivas y no aportar nada positivo. Tampoco me refiero a gobernantes irresponsables que despreciaron el virus en los primeros momentos, como Boris Johnson, o que lo siguen subestimando ahora porque tal vez no son capaces de nada positivo, como Bolsonaro, o que directamente carecen de facultades para hacer algo correcto, como el señor Trump.

Mi aplauso de dirige a quienes han dedicado tiempo, esfuerzo y hasta una parte de su integridad física a afrontar el coronavirus pensando en la salud de las personas. Con sus errores, con sus contradicciones, con las dificultades derivadas de la lucha contra un fenómeno desconocido, pero con la filosofía de poner todos los medios disponibles para salvar vidas, ya sea desde los gobiernos centrales, desde las Comunidades Autónomas o desde los Ayuntamientos. Cierto es que en algunos casos han sido tentados por los cantos de sirena del poder económico, pero he visto muchas de estas personas anteponiendo el servicio público a los intereses privados, hecho que en Política debería ser la norma, pero que a veces resulta tan excepcional que en momentos como el actual se merecen una parte de nuestros aplausos.

Para finalizar, y si hablamos de políticos, no puedo acabar este artículo sin expresar nuevamente mi agradecimiento al recientemente fallecido Julio Anguita. Tal vez sea más fácil expresar la admiración cuando se comparten las ideas, pero estamos hablando de una persona que refuta completamente la absurda tesis de que “todos los políticos son iguales”. Desde la coherencia y la convicción, con sus aciertos y sus errores, estuvo siempre al lado de la clase trabajadora y de los colectivos más desfavorecidos, y eso ya es digno de una gran ovación en los tiempos que corren.

Publicado en Debate Callejero, 12 de junio de 2020

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