Las ocurrencias de Escrivà y los auténticos debates

“En España hace falta un cambio cultural para que se trabaje más entre los 55 y los 75 años”, José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social del gobierno de España. 26 de septiembre de 2021.

Esta sentencia pasará a los anales de la historia económica española como una de las más disparatadas jamás pronunciadas por un ministro, tal vez sólo superada por aquella formulación de Carlos Solchaga, cuando al ser nombrado ministro de Industria afirmó que “la mejor política industrial es la que no existe”. Por fortuna, el ejecutivo español desmintió al día siguiente que fuera a aumentar la edad de jubilación, pero tal vez debería dar un paso más planteándose como es posible tener en el gobierno a alguien capaz de decir estas barbaridades.

Analicemos un poco más la lógica que subyace tras esas palabras. La primera parte es del todo acertada: “En España hace falta un cambio cultural”, pero la continuación es un despropósito de dimensiones cósmicas. Hubiera sido mucho más acertado completar la reflexión diciendo algo así como “En España hace falta un cambio cultural para que no pueda llegar nunca al ejecutivo alguien que diga la primera tontería que le viene a la cabeza en una entrevista”.

Lamento ser tan duro con el señor Escrivá, pero alguien que queda al margen de los tiempos y que va en dirección contraria a los debates que necesita el país no merece formar parte de este gobierno. Trabajar hasta los 75 años es una ocurrencia que va más allá de los pensamientos ultraliberales que pueda expresar el mismísimo PP, y sólo alguien de la radicalidad de Milton Friedman podría disfrutar con una idea de estas características.

En un momento de emergencia climática, toca repensar el modelo de crecimiento sobre el que se sustenta toda nuestra actividad económica, incluso el concepto de crecimiento mismo. Si se pretende que el mundo sea mínimamente habitable para las próximas generaciones, el debate que debería estar ya sobre la mesa es el de la reestructuración radical de todo el modelo productivo, por no hablar de los límites del actual sistema económico para conseguir el nada desdeñable objetivo de salvar al género humano de una crisis sin precedentes en la historia.

En un momento de progreso científico, incremento de la productividad, dificultad de la juventud para acceder a las relaciones laborales y enormes malabares para conciliar la vida familiar y laboral, el debate pertinente es el de la reducción drástica de la jornada de trabajo en el sector productivo. Se trata de propiciar el reparto del empleo existente y de trabajar menos, con unos horarios razonables que permitan disfrutar del ocio, la cultura y las relaciones humanas.

En un momento en el que el reparto injusto de la riqueza es un drama a todos los niveles, el debate necesario es cómo conseguir una distribución más equitativa a nivel mundial, discusión que como puede verse es bastante profunda y nada sencilla. A nivel nacional, toca plantearse si tiene lógica permitir patrimonios de más de 1.000 millones de euros mientras hay gente que sufre pobreza energética. En este contexto, hablar de dificultades para pagar las pensiones futuras es irrisorio, ya que dinero hay, el problema muy fácil de entender es que está demasiado acumulado en pocas manos.

En un momento en el que continúa la discriminación de la mujer en muchas esferas de la vida pública y privada, es preciso que el debate sobre los trabajos trascienda al de la mera labor en la esfera productiva. Hay innumerables tareas imprescindibles para el desarrollo de una sociedad civilizada, muchas de ellas son realizadas mayoritariamente por mujeres, normalmente no están remuneradas y por cierto gozan de la ventaja de que difícilmente contaminan.

En definitiva, los debates prioritarios en la sociedad de nuestros días son urgentes, profundos y están interrelacionados. En este sentido, a veces distan mucho de los que parecen estar en la cabeza de algunos de nuestros gobernantes. La visión de futuro brilla por su ausencia en la inmensa mayoría de los gobiernos contemporáneos, hecho que se torna trágico cuando estamos ante el ejecutivo más progresista de la historia. Me parecería un ejercicio muy sano plantear abiertamente eso que pomposamente llamamos los grandes retos de nuestro tiempo, en lugar de dedicarse a propalar ocurrencias varias.

Publicado en Debate Callejero, 7 de octubre de 2021

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